March 29, 2009

¿Cuánto dinero tienes?

Con copas por delante y con la relativa confianza que da haber pasado varias horas juntos, negociado la compraventa de proyectos valorados en millones de dólares, alguien se atrevió a preguntar al árabe:

-Entre nosotros, ¿tú sabes exactamente cuánto dinero tienes?

Y el árabe, enfundado en su túnica negra y su velo blanco, ajustado a la frente con un cordel, contestó pausadamente:

-¿Antes, o después de hacer la pregunta? Porque el petróleo sigue saliendo...

(...)

El dinero es un asunto sucio, del que da pudor hablar a quien lo tiene (el pudor, me refiero). Y tras haberme reunido hace unos días con un árabe -a quien volveré a ver la semana que viene en Dubai, para presentar un proyecto a sus amigos inversores de petrodólares- le he dado vueltas a este asunto sucio del dinero.

Ahora que la crisis golpea fuerte y deja acorralados contra la hipoteca cada vez a más amigos y familiares, es el momento de dar sin esperar nada a cambio, de envolver los euros en papel de plata y lanzarlos discretamente como un regalo (tal como hacían los Reyes Magos, cuando de pequeños cantábamos villancicos ante el portal de Belén). 

De esta crisis vamos a salir, ya lo creo. Pero me temo que no será por las medidas gubernamentales, sino gracias a la ayuda de la mejor de las inversiones: la familia y los amigos. 

(...)


"Antes de la revolución del petróleo, a los árabes nos bastaba con unos dátiles y leche de camella. Y éramos felices. Pero el dinero nos ha enloquecido y ahora no nos satisfacen ni los mayores excesos", nos confesó el árabe, en confianza.

¿Y no nos ha pasado lo mismo en Occidente, me pregunto yo?

2 comments:

  1. ¿Los Reyes Magos repartían pesetas envueltas en papel de plata? Uff... qué mala era yo de niña, que lo único que vi en papel de plata era el bocadillo que me llevaba cuando iba de excursión.
    En fin, ahora en serio, cada vez que voy a India a visitar a mi familia política sale el tema éste de las necesidades de las cosas que necesitamos y las necesidades de las cosas que nos empeñamos en necesitar porque somos bobos. Y lo mismo ocurre cuando paso unos días en Santander, en casa de mis padres. Me alegra tener la suerte de que tanto mis padres como mis suegros sean de los que sólo necesitan las cosas necesarias. Si no, qué mal me hubiera ido en la vida y qué infeliz sería.

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  2. Para ser un trabalenguas, tiene bastante sentido, señora Séneca.

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