Acabo de regresar del Museo del Traje, donde he acudido con un amigo,
César Suárez, redactor jefe de
Telva, a la presentación del libro
Agatha Ruiz de la Prada.
Me presentaron a
Agatha hace un par de años en un evento organizado por el
ISEM. Aún conservo el cuaderno que me dedicó con la portada llena de sus característicos corazones de colores.
"Para Alvaro, de su amiga Agatha". Sorprendido por su amable dedicatoria, le dije:
"A partir de ahora, hablaré de 'mi amiga Agatha' cuando me refiera a ti". Se rió y le pareció bien.
Mi amiga Agatha estaba hoy a lo que estaba, a sonreír y a firmar libros. Así que, después de felicitarle y constatar que le gustaba mi corbata, fuimos a hablar con
Pedro J. Ramírez, el flamante director de
El Mundo, con quien tuvimos esta lacónica pero reveladora conversación:
PEDRO J. (Hojeando un ejemplar del libro): Está muy bien editado el libro. Mmm. Sí.
CÉSAR y ÁLVARO: Sí.
PEDRO J.: (Levanta la cabeza y nos mira): ¿Qué tal?
CÉSAR: Bien.
PEDRO J.: Está complicado... El panorama está complicado...
CÉSAR y ÁLVARO: Sí.
PEDRO J.: Está complicado...
CÉSAR y ÁLVARO: Sí.
Y se fue a saludar a unos amigos.
De vuelta de la presentación, César y yo hemos analizado durante una hora lo que ha querido decir Pedro J. entre líneas. Y hemos llegado a la conclusión de que el panorama está complicado. O sea, que está complicado.
Tomé esta foto en Miami hace tres meses. A la izquierda, aparece la edición dominical del periódico
The Miami Herald. Y a la derecha, la coleción de folletos y catálogos que el periódico trae encartados.
Desde luego, Pedro J. tiene razón, "el panorama está complicado". En realidad, para la prensa ya lo estaba hace tiempo. Y por un motivo obvio: el modelo de negocio que sustenta a la prensa (y a otros medios tradicionales) se basa fundamentalmente en el desconocimiento de muchas grandes empresas sobre cómo hacer un marketing inteligente, apoyado en las nuevas tecnologías.
Y la debilidad de este modelo de negocio se ha acelerado en los últimos meses, desde que la crisis ha encogido los presupuestos de marketing de esas grandes empresas, que durante años han derrochado comprando publicidad en medios tradicionales para interrumpir a sus posibles clientes mientras consumen información.
Así que el uso inteligente de las nuevas tecnologías se ha convertido en la tabla de salvación para los náufrafos que sobrevivan al maremoto financiero. Y en una oportunidad irrepetible para los profesionales del marketing que realmente sepan cómo utilizarlas para conectar con el cliente y desencadenar el boca-oreja. Ya que no hay campaña de marketing más convincente que la recomendación de un amigo, de un familiar o de un colega acerca de un producto o servicio.
Acabo de leer un titular que dice: "La publicidad tradicional sólo representa el 40% del negocio de
Bassat". Mucho me parece, a estas alturas...